Washington, 16 jul (Prensa Latina) El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, incumplió sus promesas electorales al alinearse con los sectores más conservadores en el diseño de su política hacia Cuba, afirman hoy medios de prensa y políticos.
Al respecto, la revista MEDICC Review aseveró que la Casa Blanca actúa con hipocresía al ‘preocuparse por los cubanos’ mientras el bloqueo económico literalmente estrangula a la isla caribeña.
La publicación preguntó por qué en medio de la pandemia de la Covid-19, Biden mantiene las sanciones contra el país caribeño, incluidas las 243 medidas adicionales adoptadas por el exmandatario Donald Trump.
MEDICC Review enumeró las causas de la tensa situación económica en la nación antillana, en la cual no solo influye la pandemia, sino también las restricciones impuestas por Washington, en especial la persecución financiera.
Pese a las evidencias en contra, la Casa Blanca asegura que no está vinculada con los disturbios del pasado domingo en algunos puntos de la isla, y eso no es cierto, según afirmó el medio estadounidense especializado en temas de salud.
Diversos enfoques en los últimos días culpan de los sucesos al bloqueo estadounidense y la incitación abierta y encubierta para propiciar acciones violentas que buscan cambiar el rumbo en Cuba, según MEDICC Review.
El cerco es directamente responsable de detener las donaciones necesarias de equipos de protección personal para los trabajadores de la salud, así como de alimentos y medicinas imprescindibles en la actual situación epidemiológica, remarcó.
Exigió el fin de las restricciones bancarias y de remesas, la emisión de licencias de exportación de alimentos y medicinas sin trabas a Cuba para facilitar la atención de los pacientes con Covid-19.
Contrario a sus promesas electorales y a un amplio consenso internacional contra la política de hostilidad, el Gobierno de Biden anunció, sin embargo, medidas injerencistas para habilitar «un servicio de Internet gratuito para el pueblo cubano», entre otras acciones.
Esas políticas ponen en evidencia que el mandatario apostó por un grupúsculo de conservadores cubanoamericanos de la Florida e hizo de su «revisión» de la política un rehén de esos intereses.
Biden mencionó tres asuntos medulares de la agenda: las remesas, la vacunación contra la Covid-19 y la posibilidad de ayudar al pueblo cubano en medio de una presunta represión policial que sufren los isleños.
Indicó que existen «muchas acciones que actualmente consideran con respecto a Cuba, pero se necesitarían garantías para no beneficiar al gobierno».
Aseguró que «no cambiaría la política de remesas ahora», porque no tienes garantías de que el paradero de esos activos vaya a manos del pueblo o del Gobierno.
Al respecto habría que preguntarse dónde están los planes de Washington de «empoderar» al sector privado, una política que el Gobierno cubano reformó y que hoy está seriamente afectada por las sanciones de Donald Trump que Biden mantiene intactas.
Llama la atención una sugerencia al mandatario del senador republicano Marco Rubio, para que se convoque a una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para informar a la comunidad internacional y «que nos ayuden a lidiar con el tema Cuba».
Esa demanda es risible cuando durante años la abrumadora mayoría de las naciones del mundo en el foro la Asamblea General de la ONU condenó el bloqueo, pidió su cese y lo calificó de criminal y genocida.
Por otra parte, Rubio solicitó a Biden que «comunique de manera clara que el gobierno cubano no puede considerar la emigración masiva de sus ciudadanos hacia nuestro país, o será considerado un acto hostil, un atentado a la Seguridad Nacional y va a tener una respuesta rápida y apropiada».
Expertos estadounidenses sobre el tema Cuba, entre ellos el académico Bill LeoGrande, de la American University, alertaron a Washington hace meses de que su política de bloqueo aumentaba la presión y que de estallar pudiera provocar un éxodo incontrolable.
Cuba siempre manifestó una posición abierta al diálogo sobre el tema, mientras exigía el cumplimiento de los acuerdos migratorios existentes, algo que Washington esquivó, mientras cerró los trámites consulares en su embajada en La Habana.